lunes, 9 de noviembre de 2020

Liberaron en su hábitat al pudú pudú que apareció en un callejón de Puelo

 

El sábado, una hembra de pudú pudú, el cérvido nativo más pequeño de los Andes patagónicos, cruzó nadando el río Azul y quedó deambulando en el callejón Muke, en Villa del Lago, ejido de Lago Puelo.


La vecina Alejandra Martino la dejó ingresar a su patio cercado con alambre romboidal. A los pocos minutos comenzó a comer las hojas de un maitén y permaneció a la sombra. Llegaron Bomberos Voluntarios, quienes avisaron al Parque Nacional Lago Puelo para su rescate.

Según el jefe del Departamento de Conservación y Educación Ambiental, Ernesto Juan, “son animales que nadan muy bien. Puede haber venido de la reserva del cerro Motoco. Una vez que escuchan a los perros se asustan y se desorientan, además de ponerse muy nerviosos”.

“Por suerte –agregó-, la comunidad actuó muy bien en comparación con otros avistajes, donde los testigos intentan sacar fotos y terminan por estresar el pudú, situación que puede llegar a matarlos por un infarto”.

“Nos acercamos sigilosamente con una frazada para cubrirla y luego la introdujimos en una caja especialmente diseñada para traslados. La dejamos un rato a oscuras, con agua, para que se tranquilice”.

“Pasadas algunas horas, tras comprobar que no tenía mordeduras u otras lesiones, personal de Parques Nacionales trasladó a la pequeña cierva en una embarcación a la zona de Los Calabozos, donde fue liberada en el bosque nativo que limita con la selva valdiviana, rumbo a la frontera con Chile”, graficó.

“Quedó en su hábitat natural, alejada de lugares donde hay perros. Una vez abierta la caja, demoró unos 4 minutos en salir por su propia voluntad, dio unos pocos pasos, corrió unos 20 metros, se detuvo, nos miró y se puso a comer pasto lo más tranquila”, señaló Juan, quien es doctorado en Ciencias Biológicas.

Acerca de la vida solitaria que caracteriza al pudú pudú, “en épocas de reproducción, es el macho quien busca a las hembras. Marcan su territorio y a las ciervas se la suele ver con su cría, pero cuando se independiza se separan. Son herbívoros y comen la flora nativa, como el follaje de maitenes, lauras y cañas colihues. Su peso está entre los 7 y 13 kilos y no mide más de 50 centímetros”, puntualizó.

Actualmente no hay registros o estimación de la población del pudú en la Patagonia, “quizás porque son difíciles de observar, ya que son mucho más pequeños y se camuflan muy bien entre el follaje”.

Juan indicó que “el pudú pudú estaría un poco mejor en comparación con el huemul, aunque sigue siendo una especie vulnerable”. Ambos “son de alto valor de conservación, aunque el hábitat del pudú en bosques densos favorece su vida y reproducción, quizás un poco mejor que el huemul, que sufre mucho más con los incendios forestales, la contaminación y la destrucción de la naturaleza”.

Acerca del avistamiento de pudúes en la región, “se los ha observado en áreas cercanas al río Azul, El Turbio, cerro Cuevas y otros lugares con sotobosque, caña colihue y lugares donde pueda obtener alimento”.

Para huemules y pudúes “es muy peligroso el impacto directo de los perros sueltos, además de la invasión de sus espacios naturales por parte de los ciervos europeos y jabalíes, que rivalizan por el alimento y los desplazan”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario